Cruzar la línea: pasos que abren el universo
De lejos veo
Cómo sus pasos
Abren el universo.
Ana Gorría, Nostalgia de la acción (2017)
Cruzar la línea de la artista Tonia Trujillo es un proyecto al que se debería acceder sin la introducción de unas palabras; de ahí la contradicción y la dificultad que me generan escribir estas líneas.
Ojalá cuando lean estos párrafos hayan podido previamente disfrutar en silencio y sin preámbulos de este trabajo que en su sencillez contiene belleza y honestidad.
Las imágenes impactan. Un numeroso e inesperado grupo de personas irrumpe en el paisaje, da un paso sincronizado y cruza la línea blanca de una ondulada carretera.
Una larga tira de cuerpos de todas las edades, vestidos de negro, dibuja y refuerza el trazo del paisaje serpenteado.
La fila de personas, agarradas de la mano, se adapta a la línea pintada en el asfalto. De pronto, esa frontera, invisible y asumida por las dinámicas de la costumbre, se hace presente ante nuestros ojos.
Nos preguntamos qué hace toda esta gente allí, al aire libre, en la carretera, obstaculizando la circulación. La situación nos recuerda a una concentración de personas, a una manifestación pacífica… pero se intuye una planificación mayor, una poética, reforzadas por el vestuario unificado, que desvela una esmerada coreografía y una misión.
La obra audiovisual confirma el objetivo final del grupo: todos a la vez, en el momento señalado por Tonia Trujillo, darán un paso adelante y el grupo cruzará la línea pintada en el suelo. En ese minúsculo gesto se coronan meses de programación. Vivir la experiencia de ese pequeño paso adelante colectivo es el alma de la pieza. En esa mínima ejecución, en los pies que avanzan al unísono, se resume la intención de la obra. La preparación previa (incluido el viaje desde lugares apartados) y el después (la comida y la bebida compartidas que la artista ofrece al grupo) son parte del acto de comunión.
“Y pensé que podía plantear sencillamente cruzar una línea. Es un mensaje claro y muy directo, tan sencillo que puede parecer una tontería. La mayoría de las veces se complican demasiado las cosas y cuanto más simples son, mejor llegan”.
Tonia Trujillo
Arte colaborativo, participativo y ambiental
Desde mediados del siglo XX se ha hecho más estrecha la relación entre el arte y los movimientos sociales, generándose proyectos que funden creación y cotidianidad y cuidan al máximo las consecuencias de estas intervenciones o actitudes, generando concienciación y pensamiento más allá de la estética.
Cruzar la línea de Tonia Trujillo, se situaría dentro de este cuerpo de obra que propone acciones colectivas en un contexto determinado sin olvidar que la experiencia de la ejecución sea parte esencial.
Me gustaría citar dos obras que tienen relación con la práctica de Tonia Trujillo, cada una de ellas en un aspecto. En relación con el acto mínimo y metafórico: recordaré Cuando la fe mueve montañas (2002) de Francis Alÿs. Un proyecto de desplazamiento geológico, en el que el artista convocó a 500 voluntarios para formar una hilera que desplazó con la ayuda de palas, una duna de 500 metros. La modificación del paisaje fue mínima pero las resonancias poéticas y políticas, enormes. Y en relación con la experiencia humana, y la importancia de esa comida colectiva, que también Tonia incorpora, cuidando al máximo los afectos, recordaría Sin título (libre/estático) (1992) de Rirkrit Tiravanija que cocinó y sirvió gratis arroz con curri a todos los asistentes de la Galería 303 de Nueva York buscando crear una situación en la que el intercambio de emociones de los comensales constituyera la obra de arte.
En Cruzar la línea se reúnen muchos de los componentes de obras participativas, poéticas y activistas de la Historia. Ya en obras anteriores de la artista, como Quiero decir (2008-2011), requirió la colaboración de participantes, logrando ejecutar “acciones imposibles”, casi retos, para los que la implicación de sus grupos de amistad y complicidad fueron claves.
Cada uno de sus proyectos va precedido de meses de investigación teórica, que luego desglosa en minuciosos planes de producción, hasta llegar al día elegido en el que el azar aporta magia e incertidumbre a la situación de partida.
La frontera abierta
Trabajar la idea de frontera le permitió concebir una obra que explora las posibilidades de la voluntad y de la determinación individuales, que nos cuestiona sobre la capacidad personal y colectiva para transformar el mundo.
“Me interesa el concepto de frontera como algo más que un impedimento, como paso a otro lugar o situación, como oportunidad de cambio, de enriquecimiento, de contaminación positiva. Para mí ‘vivir en la frontera’, metafóricamente hablando, es estar dispuesto a dejarte contaminar e influenciar, a querer evolucionar, a entender a los otros, a vivir como los otros, a destruir las categorías que construimos para identificarnos y diferenciarnos de los demás”. Tonia Trujillo
Si un término define la obra de Tonia Trujillo es “esperanza”. El cuidado con el que diseña, acaricia y pule sus proyectos, tanto en la formalización como en las fases preparatorias, obtiene resultados prodigiosos. Lo complejo e “imposible” fluyen. El amor y el respeto son el andamiaje de sus trabajos.
Susana Blas